domingo, diciembre 02, 2007

BALLARÍN, una familia numerosa


El apellido Ballarín está extendido por muchos pueblos altoaragoneses y, remontándonos un poco en su historia familiar, se puede verificar que todos ellos descienden de un tronco común. En esta ocasión seguiremos la expansión de una rama de esta familia. Veremos el caso de un descendiente de Domingo Ballarín, de Plan (Sobrarbe) que se casó en Seira (Ribagorza), donde se quedó a vivir y nacieron sus siete hijos varones, que, al contraer matrimonio, se marcharon a vivir a distintos pueblos.


Trajes típicos del Valle de Chistau (Huesca) [Foto: Idoia Guillén]

En el Proceso de Infanzonía incoado en 1727 a favor de Antonio Ballarín y Abad, de Barbaruens (carpeta 374/A-6, en el Archivo Histórico de Zaragoza), figuran datos que corroboran esta afirmación. La información que se facilita en dicho expediente se remonta hasta Domingo Ballarín, de Plan y, a continuación, se menciona a su hijo Antonio Ballarín, casado en Seira con Gerónima de Torres. Siete hijos varones de este matrimonio se instalaron en diferentes pueblos de la Alta Ribagorza , salvo uno de ellos, que se marchó a Zaragoza. Este cambio de domicilio se producía habitualmente como consecuencia de los casamientos.

Veamos gráficamente la situación:


El mencionado proceso de Infanzonía no pretendía sólamente que se reconociera la calidad de infanzón para Antonio Ballarín y Abad, de Barbaruens, sino también para sus hijos y familiares, un total de 33 Ballarines. La enumeración de los pretendientes era la siguiente:

- Antonio Vallarín y Abat natural del lugar de Barbaruens y vecino del lugar de Seyra, y Antonio Vallarín y Mora y Benito Buenaventura Vallarín y Mora, hijos suyos residentes en Seyra.

- Domingo Vallarín y Brunet, vecino del lugar de Belber y Joseph y Salvador Francisco Vallarín y Sas, sus hijos, vecinos del dicho lugar.

- Juan Antonio, Tiburcio, Julián, Domingo Thomás, Francisco Pasqual y Jacinto Vallarín y las Heras, naturales y residentes en el lugar de Espluga, los seis eran hijos de Pedro Antonio Vallarín y Ceresa y de Isavel Ana las Heras.

- Pedro Joachín Vallarín, natural de la carlanía de Sissali y residente en la ciudad de Huesca.

- Thomás Vallarín y Arán natural del lugar de Abi y vecino del de Seyra.

- Diego Thomás, Pedro Thomás, Timotheo Francisco y Juan Domingo Vallarín y Vicente, los cuatro hermanos naturales y residentes en el lugar de Seyra, e hijos del dicho Thomás Vallarín e Isavel Vizente.

- Francisco, Pedro Antonio y Pedro Luis Vallarín y Porter, naturales y vecinos del lugar de Sos, hijos de Francisco Vallarín y Catalina Porter, vecinos de dicho lugar.

- Miguel Vallarín y Fondevila, vecino del lugar de Eresué, hijo de Juan Clemente Vallarín y Mairon, vecino del mismo lugar de Eresué.

- De Miguel y Juan Vallarín Porter, hijos del dicho Miguel Vallarín y Margarita Porter.

- Joseph Vallarín y Fondevila, hijo de los dichos Juan Clemente Vallarín y Juana Fondevila.

- Juan Antonio, Joseph y Juan Vallarín y Lobera, hijos de Joseph Vallarín y Magdalena Lobera.

- Gaspar, Raymundo y Simón Vallarín y Villamana, naturales y vecinos de Plan.

- Pedro Gaspar y Antonio Viturián Vallarín y Ceresa, hijos del dicho Gaspar Vallarín y Antonia Ceresa.

Todos ellos alegaban tener unos antepasados comunes con Bernardo Vallarín y Torres, que ganó Firma de Infanzonía el 4 de septiembre de 1669 y, por consiguiente, pedían su inclusión en la misma. El argumento esgrimido por los dichos Ballarines era el siguiente: su pariente había obtenido dicho reconocimiento probando la calidad de infanzón de su antepasado, por lo que ellos, que tenían los mismos antepasados, merecían lo mismo. Evidentemente, no es lo mismo otorgar privilegios a una persona que a treinta y tres y como detrás de semejante operación había muchos intereses, no encontraron las cosas fáciles.


Lo que llama la atención en este caso es la cantidad de Ballarines que se sumaron a la solicitud. No sabemos si esa coincidencia obedecía a una estrecha y fraternal relación familiar o, simplemente, a la reacción de un comportamiento humano muy frecuente, que se puede expresar como "si ellos lo van a tener, yo no voy a ser menos". Lo cierto es que a la petición se apuntó, o apuntaron, hasta Simón Vallarín que estaba preso en el Castillo de Pamplona.

Cabe precisar, de todos modos, que algunos de los demandantes ya eran considerados como infanzones sin haber tenido que probarlo nunca, pero la necesidad de conseguir su reconocimiento era imperativa para los que cambiaban de domicilio. Al instalarse en otro lugar los intereses del recién llegado se enfrentaban con los de sus nuevos vecinos, puesto que si se aceptaba su calidad de infanzón se dejaba de contar con su contribución en las cargas que debía atender como pechero. Este era, precisamente, uno de los aspectos que más interesaba a los demandantes (los Ballarines): no tener que pagar "pontajes, lerdas, marabedís, sisas, hechas, pechas ni otra carga alguna real ni vezinal ni compartimentos algunos que las personas de condición y signo servicio deven".

Resulta oportuno resaltar que el conflicto de intereses no se producía entre una clase ennoblecida y los simples pecheros. La resistencia fundamental se encontraba en el seno de los mismos privilegiados, que no tenían ningún interés en que, acrecentándose su número, se redujeran sus prerrogativas.

Los Ballarín supieron defender las suyas. Del mismo año 1727 (374/C-7 del Archivo Histórico de Zaragoza) es también el Proceso de Infanzonía de Benito Buenaventura Ballarín y Mora, de Benasque, que descendía de Juan Ballarín, de Seira, que se había casado con Isabel Juana Mayron, de Eresué, donde se estableció.

En muchos pueblos y lugares del Altoaragón existe todavía una “casa Ballarín” fundada por los Ballarín que hemos mencionado.






Casa Ballarín, Espluga (Huesca)

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